Estados Unidos prevé trasladar el próximo mayo su Embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. La fecha tiene un enorme poder simbólico. La inauguración de la nueva Embajada en Jerusalén intenta ser en mayo coincidiendo con el 70 aniversario de la creación del Estado de Israel. La apertura de la nueva sede diplomática ocurre después de que Donald Trump anunciara que Jerusalén es la capital de Israel. Esta decisión de Trump rompió con décadas de ortodoxia diplomática estadounidense y enfureció a los aliados árabes de EE UU y a los palestinos que también consideran Jerusalén como su capital.
El Congreso estadounidense acordó en 1995 el cambio de sede pero por “seguridad nacional” lo habían retrasado todos los presidentes. Finalmente con Trump se esperaba que la apertura fuera durante 2021, último año de mandato de éste, dados los motivos logísticos, de seguridad y construcción. Sin embargo, los medios estadounidenses aseguraron que en 2019 ocurrirá el traslado a Jerusalén.
El gobierno Israelí da su visto bueno a la decisión de Trump. Sin embargo, sus aliados en Oriente Próximo y Europa se oponen a la medida. De hecho esa decisión desató una ola de protestas en los territorios palestinos y en países árabes. Por tanto el traslado supone una ampliación de la brecha entre el gobierno estadounidense de Trump y la Autoridad Palestina de Mahmud Abás así como con la ONU y países aliados.
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